enero 17, 2008

Tus guiños me matan

Esa sonrisa espontánea ha vuelto a mí. Siento la delicadeza de una mañana feliz y satisfecha, proveniente de lo más hondo del alma. Aquí estoy, observando tu mirada magnífica, cubierta de enigma y salpicada de inquietud. Y ocurre de repente, ocurre sin previo aviso, ocurre sin detenernos en explicaciones o rotundas obligaciones. Todo va y viene. Tus guiños me matan. Me seduces con cada frase no dicha, pero expresada siempre por tus ojos. Me emociona imaginarlo. Hoy estás aquí. Llena de bromas imparables, de comentarios sesudos, de clase natural, de fuerte personalidad, de esperanza contraída, de hermosura desbordada, apareciste para quedarte. Sólo me preocupa no poder tenerte ahora. Porque quiero y desespero. Porque a veces no lo entiendo: ¿Llegué tarde o temprano? Quizás, solamente, justo a tiempo. Ahora respiro y percibo un intenso olor a ti. Ahora despierto y mi pensamiento primero es por ti. Me desvelo de pensar lo que puede esperarnos pero que el destino travieso, o tal vez maloso, detiene. A lo mejor nada más pospone. Desespero por que estés aquí conmigo, pero también entiendo que las cosas no son como uno quiere la mayoría de las veces. Me queda la confianza de saber que siempre ha llegado lo que me he propuesto y lo que he querido. Ciertamente, lo común es que no sea como lo imaginé o como lo planeé al principio. Ya será. Por ahora, me empeño en que sepas, en que creas. Sé que lo haces, pero quiero que te tatúes en la mente lo siguiente: “Tus guiños me matan”. Y no sólo eso, me fascinas toda tú. Una influencia sobrenatural se apodera de mí de sentirte sin siquiera tocarte. La misma que me hizo abalanzarme, sin pensar en oportunidades ni consecuencias. No me interesan las circunstancias coyunturales, porque sé que son sólo eso: coyunturales. Yo, para ti, soy presente y futuro. Soy la eternidad en la unión de almas concordantes. Las cosas se dan, la vida sigue su curso y el amor se manifiesta. Un amor raro, un amor poco convencional, surgido de no sé dónde, con llegada demorada y destino al infinito. Te he ido queriendo cada vez más con la intención contenida del que no entiende lo que está viviendo y sólo acaricia una sospecha. La pasión intensa de haber encontrado aquello que se estaba buscando. El suspiro final después de la carrera desesperada. La estación tras un largo y tortuoso viaje. La sumisión subjetiva a la emoción trascendental. El amor hacia la persona que menos se pensaba. Es como si la sola marea me trajera hasta aquí. Desde aquí podemos admirar el desconocido territorio del que se han venido abriendo senderos y ha dejado entrever la panorámica de la felicidad ansiada. Dios. Da miedo ver la foto completa. Descifrar y desentrañar. No hubo gran cosa que hacer. Se dio y ya. Negarlo sería absurdo. Tus guiños me matan. Te propongo algo: “Prolonga ese último guiño hacia toda la eternidad.”

Por todo lo que quiero decir, por todo lo que quiero vivir.
Por todo lo que me inspiras desde hace un tiempo ya.
Por la dicha inmensa de saberme en tu corazón.
Jerr. Enero 17, 2008.

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