diciembre 27, 2007

Sobre ideologías y otros menesteres

Creo que cerrarnos a "ideologías" es constreñirnos en nuestra creatividad como humanos. ¿De qué sirve suscribirnos a una izquierda o derecha totales? ¿Qué pasa si en nuestro pensamiento sólo existen "recetas" para el mundo y sus soluciones? Indudablemente, sería dejar de pensar y únicamente atenernos a ideas previamente constituidas, sin ninguna reacción razonada a partir de las condiciones existentes y, por lo tanto, apremiantes. La plataforma político-ideológica a la que me suscribo en la práctica política ha sido criticada por su supuesta "indefinición". Se ha dicho que esta ideología, por su misma ambigüedad, no tiene sentido y es prescindible. Justamente yo creo lo contrario: por su "ambigüedad" puede dar cimiento a soluciones viables para una sociedad heterogénea como la mexicana.

En fin, yo me confesaría, en todo caso, como un issue guy. Es decir, me asumo como una persona menos ceñida a ideologías -con las que no necesariamente coincido en todos los puntos- y tomo posiciones, me defino, en términos de temas. Y precisamente eso es lo que creo se debería hacer entre quienes se involucran en política. No por ello propongo ser absolutamente ambiguo, en el sentido de no asumir nunca una posición. Más bien digo asumir posiciones dependiendo de la observación y no constreñidos por una supuesta "congruencia ideológica".

Así, por ejemplo, si se me obligara, me "definiría" de centro-izquierda económica y de centro-derecha social. En economía creo que la necesidad de un Estado participativo en el mercado es muy importante. Sobre todo en casos como el mexicano donde existe una enorme brecha social, ya sea por efectos exacerbados del modelo económico o por regulaciones poco eficaces para generar una mejor distribución del ingreso. Ya sea uno u otro el caso, el Estado debe tener una participación importante para resolver el conflicto económico y traer la ansiada justicia social: por principio, erradicar la pobreza y, después, reducir la brecha socioeconómica. Creo en un sindicalismo democrático que reduzca la ambición (inherente al ser humano, creo) empresarial de tener más, aunque sea a costa de los trabajadores. En términos sociales, apruebo el matrimonio gay, pero no admito la adopción por parte de estos matrimonios. Apruebo el aborto sólo en circunstancias como la violación, enfermedad grave del producto o inminente peligro para la madre. Apruebo el uso de preservativos por su necesidad imperiosa en una sociedad centrada en lo sexual, como la nuestra. La tolerancia implica un cierto orden y un cierto marco de participación permitida. No creo pertinente la participación política de los líderes religiosos. En ese sentido, la admisión total y radical de toda expresión más alla de ser inadmisible (lo cual implicaría un juicio de valor que nadie, en democracia, podría sostener a plenitud), sería imposible. Así pues, el marco institucional necesariamente debe establecer los límites de la sociedad para lograr una mejor convivencia. Lamentablemente, en una sociedad tan heterogénea algunas expresiones pueden resultar excluídas o tremendamente acotadas, pero al vivir en democracia uno se sujeta a la voluntad de la mayoría, no de la unanimidad.

En lo político, creo en una participación amplia (quizás extrema) de la sociedad. Atener las decisiones de gobierno lo más posible a las demandas ciudadanas, incluso si éstas no son las óptimas, deber ser prioritario. ¿Quién dice que algo no es lo mejor? Para mí, lo mejor es una convención. Una convención procede de la adhesión de la mayoría a tal concepto. Es decir, lo mejor es lo democráticamente deseado. Por lo tanto, una minoría gobernante no puede decir que algo es lo mejor para una mayoría gobernada. En todo caso, ya sea que la teoría hable de una "maldad" o "bondad" de una política pública, si ésta es la clara manifestación democrática debe asumirse como tal y punto.

Así, creo yo que, ante las "definiciones teóricas" de izquierda y derecha ideológicas, una postura tan variada no tendría cabida en ninguna de éstas y qué bueno que sea así. Sigo convencido que ceñirnos a estas "ideologías" sin crítica o pensamiento creativo alguno es lo peor que uno puede hacer. Además es ajustar "recetas" a hechos concretos, donde no podrán ajustarse completamente pues, en la realidad, hay cultura, procesos históricos, estructuras e instituciones existentes, que sugieren cambios y acoplamientos de las "ideologías" a las "realidades" particulares de cada país. En el nuestro, estoy convencido, debe dejarse una apertura ideológica para la toma de decisiones en una nación tan plural y heterogénea como la mexicana.

Jerr.
Diciembre 27, 2007.

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