marzo 13, 2008

Sin lugar para los débiles

Es que cómo no, dos palabras: Cormac McCarthy.

Como mi querida amiga, colega y poet-isa, Isa Zapata, aun no se repone del impacto de la película y no nos brinda su visión al respecto (la cual estoy esperando, en lo personal), me le adelantaré. Creo que tengo tan poco que decir. Impactante. Así.

Las actuaciones, muy bien. La cinematografía, excelente. La historia, insuperable.

Javier Bardem está bárbaro, tremendo, magnífico. Creo que Tommy Lee Jones se reedita de otros papeles, pero aquí su melancolía de otros personajes está más sabrosita. Josh Brolin, para sorpresa, estuvo muy bien. Completo en su papel, creo. El personaje que me pareció sobrado, aunque entiendo su importancia (relativa), es el de Woody Harrelson, a quien mandan a acabar con el buenazo del psycho Chigurh. Obvio era que no ocurriría tal cosa.

El final es tan inquietante. La amiga, que me acompañó, salió sin entender emocionalmente -si es que existe tal cosa- y sufrió por un rato. No pienso que me exceda al decir que Chigurh sale librado. Me parece que es evidente, desde la primera escena en que aparece, que ese tipo no "recibirá su merecido". Pobre viejo sheriff. Ha visto tanto en su vida como tal, que nada le sorprende, nos lo dice desde el principio. Aquellos son territorios salvajes. Pero no se había topado con la violencia insospechada y fría de Anton Chigurh, la cual es capaz de obligarlo a retirarse y a sufrir pesadillas por toda la vida.

Le pondría, siendo absolutamente estricto, 9.8. Es una reverenda jalada eso. Así que, concediendo esta vez a la Academia, debo admitirlo: ¡10!

Coronados están los Coen. Más que coronado está Bardem. Infinitamente lejos de nuestro alcance está McCarthy.

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