agosto 01, 2007

La amistad

A veces pienso en lo incomprensible de la amistad; en la sana sensación de estar acompañado aún en la ausencia física del otro; en la inexplicable alegría de ver y estar con alguien más. A veces pienso si podría ser la misma mi vida sin tener el respaldo de pequeños y simples individuos, como yo, que no pensamos entre nosotros en lo pequeños y lo simples que somos comparados con la inmensidad del universo. Todo lo contrario: la idea que nos une es, básicamente, pensar que la vida no sería la misma sino estuviéramos acompañados por esos otros pequeños y simples individuos. Y es que la dimensión fundamental de toda vida está en la dimensión social que adquiere ésta. No lo entiendo de otra manera. Existimos sólo si coexistimos. Quizás podamos tener noción de existir a partir del pensamiento, del pensamiento particular, según Descartes. Pero, ¿cuál sería la trascendencia de sentirse existente sino podemos reflejar la existencia en "otros"? Mientras que la propia existencia no pueda ser constatada por alguien más, ¡valioso logro sería existir! Eso pienso yo. Por lo pronto, me parece que la muestra más cabal de ésto yace en el hecho de la amistad. Procuro pensar en mi propia exaltación del valor de la amistad como un elemento propio de mi existencia. Al no tener hermanos sanguíneos, he volcado gran parte del amor, que debería fluir por "la sangre", en un valor -tan intangible como todos- como lo es la amistad. Sin amigos, lo puedo decir sin tapujos, no podría vivir. Siempre he dependido de los demás en alguna medida. No sé si sea bueno o malo, sólo sé que es. Mientras que hay quienes creen que en el "mundo posmoderno" las decisiones se vuelcan en un individuo preeminente, yo creo y aseguro que no hay otra forma de entender el mundo sino es a partir de una dimensión social. Una dimensión social entendida como el desarrollo de la vida individual en la convivencia grupal. No una dimensión social entendida como una masa homogénea y "justamente" emparejada.
En realidad, todo se limita a que no podemos vivir solos (salvo los extraños y contados casos de ermitaños). Según el diccionario, ermitaño es "el que vive en soledad", pero cuestiono semejante significado. ¿Acaso se puede vivir en soledad? Yo creo que no: siempre, absolutamente siempre, necesitamos de otros para vivir. Incluso el ermitaño, que se lanza a la aventura de vivir solo, en algún momento necesitará del otro. Aunque, suponiendo el extremo caso de que él se proveyera solo, que él generara sus propios utensilios, entre otras, su existencia se da a partir de los otros. Al convertirse en ermitaño, lo hace porque busca alejarse de los demás, es decir, es ermitaño única y exclusivamente por el entendimiento de que existen "otros" de los cuales prefiere mantenerse alejado. Así pues, hasta los ermitaños existen en la coexistencia. En fin, todo esto se remite a la necesidad de ser entendido como una persona a la cual le resultan trascendentales sus relaciones personales. Sobre todo, la amistad. Amo profundamente a mis amigos, porque sé que desde sus particulares puntos de vistas, estilos y formas, ellos lo hacen a su vez. El amigo es con quien puedes contar en todo momento. Es más, no cuestionas el nivel de su amistad o la forma, eso pasa a segundo plano. Se sabe que se cuenta con él y es casi "natural" pedir, entender, manifestar, reclamar, discutir o coordinar cualquier situación con "el amigo", pues se entiende que hay una conexión íntima que así lo permite y lo avala. Conexión inexplicable, pero, una vez más, es. La amistad -no estaba muy errado en ello Aristóteles- es fundamental para nuestra existencia social pacífica y, también, para nuestra salud emocional individual. Maravilla que es la amistad; abonémosle a ella.

A mis amigos.
Jerr. Agosto 1, 2007.

1 comentario:

Anónimo dijo...

oooorale! q chido q valores el significado d la amistad y la respetes tanto, y aun tiene mas valor q quieras tanto a tus amigos (casi hermanos)... nosotros, todos tus amigos =)
tq jerrcito, saludos