mayo 13, 2007

La comunicación

A los ayeres, donde la comunicación parecía ser más importante que ahora, les dedico una dejo de desdén y un sentimiento de nostalgia. Aún te veo en mis sueños, cada vez más distante pero todavía muy presente. Un día de esos en que ya no sabía que más podía hacer, de qué forma podía dejar el desasosiego y enfrentar la vida de una nueva forma, con una nueva luz que iluminara el tortuoso camino... Supuse que, sin tí, muchas cosas seguirían siendo las mismas. De hecho, son las mismas, pero con otro matiz. El matiz que le da tu ausencia y no poder compartir contigo las impresiones diarias de los desvelos continuos y mis preguntas filosóficas a problemas existenciales. Efectivamente, siempre estuviste ahí, me escuchaste y, tantas veces, al suelo me regresaste. Yo tiendo a volar al infinito a partir de la reflexión. Muchas veces me insinuaste que eso no era sano. Sin embargo, ¿qué puedo hacer yo? Nací con una inquieta inquietud por lo inquietante del mundo y, también supongo, nunca dejará de ser así. Es esa parte indómita de la esencia de cada quien; esa parte fundamental que nadie deja de lado, así sea por los minutos del llano placer cuando, ciertamente, uno pierde la capacidad reflexiva. Aunque, la verdad sea dicha, también pasan muchos pensamientos, entrecortados pero ahí están, en esos minutos. Quizás sólo sean los meros segundos del éxtasis incontenido. Seguramente sólo son los meros segundos del éxtasis incontenido.

En fin, yo y mi obsesivo afán de entenderlo todo, de saberlo todo, de comprenderlo todo... Por supuesto, la incertidumbre de un mundo esencialmente incierto no me da para nada consuelo. Complica mi existencia, afecta mis sentidos, nubla mis pensamientos. Pero claro, yo busqué complicar más las cosas al estar contigo. Desde el principio supe que no eras una mujer común. De hecho, eres lo más maravilloso que me había (¿ha?) pasado en la vida. También supe que algo nuevo pasaba conmigo, una disposición y entrega no conocida por mí antes. Dar mi vida por alguien, a quien ciertamente poco conocía al inicio, pero claro, en estas cosas la decisión reflexiva vale para un carajo. El amor es el amor. Como la fe es la fe. Seguro de mi amplia ignorancia al respecto, solamente me dejé llevar, hasta el punto en que el mundo eras tú y yo sólo era un canal por el que tú hacías mi mundo. No lo entiendo aún del todo, por lo que ni siquiera puedo expresarlo a los demás. No obstante, sé que los demás entienden, porque lo han vivido de alguna manera.

Entre tú y yo había algo más grande que el universo... Nos unía el entendimiento de la diferencia con que veíamos el mundo, pero nos creímos que eso era bueno, que eso era el basamento de nuestra vida juntos, que eso era lo que nos complementaba. El problema, entonces, nunca fue sabernos distintos y no aceptarnos como tales. El problema fue que, algún malogrado día, tú ya no fuiste capaz de entender nuestra unidad en lo diferente... El problema fue que ya no quisiste seguir con nuestro pacto de amor en el que entendíamos que nuestras divergencias eran superables a partir de conocerlas. Para lograrlo, la comunicación siempre fue primordial. ¿Cómo podemos entender al otro sin diálogo? ¿Cómo logramos encontrar ese "piso común" sin que el otro nos diga su posición ante tal o cual cosa? Simplemente, un día me resultó tan difícil hacerte ver que la comunicación era importante para superar los conflictos, que supe, en el fondo de mi alma (aunque tendía a negarlo en el exterior), el pacto de amor se había resquebrajado y, tan llano como es, se había ido al carajo. Tan profundo fue el colapso que ya no pude comunicarte que la comunicación era importante. (Risas.) Perdimos el piso de entendimiento, perdimos la capacidad de comunicar que nuestra comunicación era lo que nos unía, perdimos el brillo en la unión de nuestras miradas, perdimos la dulzura en nuestras palabras y las caricias ya no se sentían, perdimos nuestro amor... Al principio me negué a aceptar perder lo ya perdido y me aferré a entender lo que no tenía por qué ser entendido. Esperé en mi soledad a que volviera la comunicación, que nunca volvió, y pretendí saciar mi esencia indómita. Un día, no hace mucho, desperté. A los ayeres, donde la comunicación parecía serlo todo, les dedico un dejo de desdén y un sentimiento de nostalgia.

Para la inexistente comunicación.
Jerr. Mayo 13, 2007.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy la visita no. 442 Y me alegro, aquello de la comunicación se vuelve nada cuando el "amor" llega a casa, sabemos que es primordial, pero nos sujetamos a la idea del entender todo sin tener porqué.

No sé, tal vez la idea de volvernos al mundo de otro y vivir por y para otra persona es demasiado espléndido en esta vida.

Seamos entonces egoistas. Y que las cosas pasen, y sean las mejores en ese entonces. Pero que pasen y si no se quedan, que se vayan con minutos de nostalgia.

Me gusta esto. Bravo!

ItoCuaz dijo...

Cabrón... Pinche Jerr, yo siempre supe que había una parte de ti que no conocía; que permanecía callada mientras discutíamos temas de Filosofía. Un gusto conocerla de esta manera, muy buena reflexión!!!!