agosto 10, 2008

Encuentros fortuitos

"Los encuentros fortuitos de la vida..." Ese fue mi primer pensamiento después de encontrármelo después de tantos años. Ahí iba yo, hablando conmigo mismo. Lo hago siempre y la gente siempre me observa como a un loco. Pero, ¿qué más da? El caso es que yo iba ensimismado, por una serie de extraños acontecimientos que me habían ocurrido momentos antes. Justo en ese instante, una moneda rodó en mi dirección, la observé con curiosidad hasta que chocó con mi zapato y, entonces, levanté la vista. Ahí estaba mi viejo amigo de hace tantos años.

Me sorprendió lo tanto que habíamos cambiado. Quizás ni siquiera había notado lo tanto que yo había cambiado, sino hasta verme reflejado en los cambios de mi amigo de la secundaria. Recuerdos se acumularon en nuestra conversación repentina en plena calle. Hablamos de los cambios en nuestras vidas y las sorpresas que habían habido en ellas. Las risas se dejaron venir y me sentí nuevamente en la secundaria, a la salida de clases, caminando rumbo a casa.

Yo debía llegar urgentemente a realizar un trámite y no podía detenerme. A mi amigo no le importó acompañarme y esperar, pues, al final de cuentas, hacían tantos años en que nos vimos por última vez, que más valía recuperar el tiempo perdido. Desafortunadamente, como él mismo lo dijo, uno nunca sabe cuando vuelva a ocurrir. Uno siempre termina haciendo planes que no cumplirá. El típico "nos llamamos" que nunca se lleva a cabo. La sinceridad de mi buen amigo no había mermado con los años.

Así fue que fuimos a tomar unas cervezas y a contarnos todo lo que quisimos. Empezó a oscurecer y ambos recordamos que había un mundo allá fuera. Lo habíamos dejado en stand by. Una amistad como la nuestra era digna de eso y más. Nos despedimos con un fuerte abrazo. Ninguno volteó cuando empezamos a caminar en nuestras distintas direcciones. Pasarían muchos años más para encontrarnos de nuevo. La siguiente vez, efectivamente, no tuvimos más tiempo que el necesario para darnos un respetuoso y amable, pero muy rápido, saludo.

A mi buen amigo Dávalos. Por tí y por los que te queremos.
Jerr. Agosto 10, 2008.

1 comentario:

Osvaldo Antonius dijo...

Ja, lo acabó de poner en mi blog, pero creo que esas cosas que de pronto y sin pensarlo suceden, son las que se disfrutan enormemente. Que gustazo mi buen Jerr!