julio 06, 2007

Confusiones

¡Ah canijas confusiones! ¿Por qué motivo no podemos ser claros en nuestras ideas de la vida? ¿Por qué tenemos que darle tantas vueltas a los asuntos? O, como dijera mi abuela, ¿para qué buscarle tres pies al gato? Así somos los seres humanos. Nomás nos dicen negro y tenemos que ir pensando en la diversa variedad de matices de gris, el cual, por mera definición, no es negro, pero andamos buscando el gris que más le atine. ¡Pues si el negro es negro!

La confusión podría considerarse inherente a la vida incierta en la que nos desenvolvemos. Obvio es que, si nada es seguro, pensemos que estamos confundidos gran parte de nuestras vidas. Pero luego, cuando las cosas son tan sencillas, pero tan sencillas, nos complicamos la vida misma, la que ya de por sí es compleja. Por un lado, es un universo incierto. Por otro lado, tenemos la inminente necesidad de coexistir (lo cual implica la necesidad de tolerar al otro, convivir con él y, cuando la cosa se pone ruda, hasta involucrarte). Finalmente, somos individuos (con sus respectivos pros y contras; egoísmo y libertad, ambición y reflexión, entre otras). Así las cosas, pareciera que no tiene caso alguno tomar partido por nada, porque luego va a salir a flote la "necesidad" de confundirnos. Por lo pronto, seguiré asumiendo bandos, planteándome proyectos y tomando decisiones. Total, al final del día, habrá alguna confusión que me haga volver a reflexionar al respecto.

Jerr. Julio 6, 2007.

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