febrero 15, 2009

Consumismo, automatización y nuevamente consumismo

Ayer llegué a la triste conclusión que el Día del Amor y la Amistad es la más terrible forma de consumismo sin sentido. Digo, lo son también otras festividades, pero la de ayer, en específico, es la más terrible de todas. Y no porque el consumismo desbordado, en general, no sea asquerosamente avasallador en un mundo capitalista como el nuestro, sino porque no debería haber motivo en especial para festejar el amor.

En lo personal, yo lo festejo al intentar dar a conocer a mis seres queridos que los quiero profundamente, ya sea diciéndolo y teniendo algún detalle que lo demuestre, todos los días.

No pudiendo evitar vernos (puesto que queríamos vernos), mi novia y yo emprendimos la aventura de salir en semejante día. Afortunadamente conté con su magnífica previsión, de esos detalles que amo en ella, pues compró los boletos por internet. Pero... El tráfico para ir a recogerla, el tráfico para llegar al lugar, las filas inmensas para lograr hacer cualquier cosa (comer, comprar boletos, ir al baño, etc., etc., etc.), ya empezaban a decir algo de lo que sería el día.

Pero, ¡oh sí!, nadie nos indicó que la automatización del mundo también jugaría su parte: el estacionamiento literalmente se detuvo por media hora. ¿El motivo? Las filas (sí, también para eso) para salir de La Cúspide. A medio mundo se le ocurrió salir a la misma hora, las filas crecieron geométricamente, los que llegaron al punto de recolecta de boletos se encontraron con que su tiempo de tolerancia había vencido, así que tenían que volver a pagarlo. Un desastre. Aunque, pacientes como nosotros solos, decidimos esperar y no desgastarnos. Salvo que Paola terminó comprándose dos vestidos, en esa "espera", y todo el argumento del consumismo terminó por esfumarse...

1 comentario:

Osvaldo Antonius dijo...

Jajajaja, lo lograron, de una un otra forma los monstruos del consumismo te consumen... Por cierto, ya ando de vuelta.