Ayer, al platicar con Paola sobre política e ideología, me quedé gratamente sorprendido.
Regularmente no es el tema de conversación, aunque de alguna forma sea obligado por mi rol en la vida, pero nunca hablamos de política en general, sino de política con respecto a mi persona.
Decía pues que ayer Paola me invitó a comer a La Destilería en La Cúspide, donde teníamos una "bella" mirada grisácea de la Ciudad de México (y cómo no, si a esas alturas estábamos como a 1° centígrado). Comimos carne, que a ambos nos encanta, y bebimos una cosa muy rica que incluía, por supuesto, tequila. Al calor de la plática, me confesó su voto en 2006 y ¡oh sorpresa! Votó por Madrazo. Digo, yo nunca fui un gran promotor de Madrazo, únicamente procuré no ir en contra de mis convicciones partidistas, a pesar de que era un candidato que no me entusiasmaba.
El caso es que, aunque Paola se declara apartidista (eso sí, ligeramente inclinada hacia el priísmo), nunca pensé que hubiera votado por Madrazo, por dos razones: (1) no pensé que algún "independiente" hubiera votado por Madrazo; (2) pensé que había votado estratégicamente contra López Obrador, que tanto la asusta.
Sus motivos: Odia al PAN por su cercanía con la Iglesia y cree que el Peje es un enorme peligro para México. Su única opción: votar por Madrazo en aquella elección tan polémica.
Además, es muy curioso, porque aunque no soporta a la Iglesia como institución y grupo eclesiástico, coincide con los principios del catolicismo. En este sentido, es una típica abogada con posturas de derecha, como en contra del matrimonio homosexual y la adopción de niños por parte de los homosexuales, así como en contra del aborto.
Cree que los partidos, todos, son un asco, pero también cree que el PRI, del cual crítica"los terribles setenta años", termina por ser la mejor opción política para un país como México, donde los únicos que pueden garantizar la paz social a través de la legislación vigente son los tricolores, precisamente.
La adoro. Definitivo, he encontrado a mi Primera Dama.
Regularmente no es el tema de conversación, aunque de alguna forma sea obligado por mi rol en la vida, pero nunca hablamos de política en general, sino de política con respecto a mi persona.
Decía pues que ayer Paola me invitó a comer a La Destilería en La Cúspide, donde teníamos una "bella" mirada grisácea de la Ciudad de México (y cómo no, si a esas alturas estábamos como a 1° centígrado). Comimos carne, que a ambos nos encanta, y bebimos una cosa muy rica que incluía, por supuesto, tequila. Al calor de la plática, me confesó su voto en 2006 y ¡oh sorpresa! Votó por Madrazo. Digo, yo nunca fui un gran promotor de Madrazo, únicamente procuré no ir en contra de mis convicciones partidistas, a pesar de que era un candidato que no me entusiasmaba.
El caso es que, aunque Paola se declara apartidista (eso sí, ligeramente inclinada hacia el priísmo), nunca pensé que hubiera votado por Madrazo, por dos razones: (1) no pensé que algún "independiente" hubiera votado por Madrazo; (2) pensé que había votado estratégicamente contra López Obrador, que tanto la asusta.
Sus motivos: Odia al PAN por su cercanía con la Iglesia y cree que el Peje es un enorme peligro para México. Su única opción: votar por Madrazo en aquella elección tan polémica.
Además, es muy curioso, porque aunque no soporta a la Iglesia como institución y grupo eclesiástico, coincide con los principios del catolicismo. En este sentido, es una típica abogada con posturas de derecha, como en contra del matrimonio homosexual y la adopción de niños por parte de los homosexuales, así como en contra del aborto.
Cree que los partidos, todos, son un asco, pero también cree que el PRI, del cual crítica"los terribles setenta años", termina por ser la mejor opción política para un país como México, donde los únicos que pueden garantizar la paz social a través de la legislación vigente son los tricolores, precisamente.
La adoro. Definitivo, he encontrado a mi Primera Dama.
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