La sensación de desconcierto, sumada a pérdida; no es más que la falta de sueño en una noche estrellada.
¿Por qué vamos por la vida soportando estas crisis? Dicen que fortalecen, yo digo que ya me cansé.
Ayer no dormí. Pasé toda la noche en vela, por esa sensación, la que dejaste en la boca de mi estómago, en la comisura de mis labios y en el ardor de mis ojos.
Tus besos dejaron de saberme bien. Tu plática perdió el encanto para mis exigentes oídos. Ya no eras un problema, sino un martirio. Suplicaste, rogaste e imploraste, pero para mí eso es innecesario y absurdo.
Sin embargo, quedó la sensación.
Jerr. Noviembre 16, 2008.
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